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Tribuna
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Kioto para tontos

Si alguien creía que el Tratado de Kioto era un asunto exclusivamente medioambiental se equivocaba de cabo a rabo. Kioto es sobre todo dinero que nuestros amigos alemanes y nórdicos van a transferir de nuestro bolsillo al suyo. Y cuando digo dinero, quiero decir dinero en tales cantidades que hará subir o bajar el PIB de los países implicados. Si no se lo creen, sigan leyendo.

Los muchachos del Ministerio de Medio Ambiente, muy bien intencionados ellos, negociaron en 1997 que en el 2010 los españoles emitiríamos 8,3 toneladas de CO2 por persona al año. Esto es un 15% más de los que teníamos en 1990, pero con el crecimiento sostenible, porque ni la industria ni el Gobierno se dio cuenta de las implicaciones monetarias y porque se ha hecho muy poco para reducir emisiones, en 2002 ya estamos un 38% por encima de 1990. Si seguimos en la misma onda, en el 2010 rondaremos un 50% sobre lo acordado. Nos pasaremos pues 160 millones de toneladas de nuestro límite.

Por contra, Alemania tiene un 8% de ventaja sobre su compromiso, a pesar de emitir 10,5 toneladas de CO2 por persona al año. Está ya en condiciones de vender derechos a los países descuidados como España. Cada derecho es una tonelada de CO2 que el país que no la ha consumido la vende por un precio (de 10 a 20 euros) al país que se ha sobrepasado. æpermil;ste es el motivo de la creación de la Directiva Europea de Comercio de Emisiones de Efecto Invernadero.

Al fin y al cabo, Kioto es sonadamente injusto porque permite que Suecia, una nación en la que el 50% de la energía eléctrica proviene de saltos de agua, pueda emitir más que España, un país que en un año húmedo produce sólo un 18% de electricidad hidráulica. Lo cierto es que firmamos el acuerdo y las consecuencias serán rotundas. Nos hemos puesto una bomba de relojería bajo el asiento y saldremos volando. La bofetada será de lesiones permanentes, pero tenemos unos años aún para asegurarnos de que los miembros vitales queden intactos.

Pero el tiempo pasa y no en vano. En estos momentos el Ministerio de Economía, que ha retomado el asunto del Ministerio de Medio Ambiente, está trabajando horas extras para ver qué emiten los diferentes sectores (generación de energía eléctrica, industria, transporte, agricultura y sector residencial), pero en abril del próximo año debe tener listo el Plan de Asignaciones. Este plan será aprobado por Bruselas en junio y en enero de 2005 se empezará aplicar. Cualquier industria que consume más de 20 MW térmicos (equivalentes a 25 toneladas por hora de vapor) deberá declarar y eventualmente pagar lo que el Gobierno designe para su sector.

El problema principal vendrá al aplicar las asignaciones a los diferentes sectores porque al final habrá que pagar nuestro exceso de emisión. ¿Pagará la central térmica de carbón, aunque emite cinco o seis veces más CO2 por kilovatio, igual que una planta de cogeneración? O, por el contrario, ¿se promoverá esta última tecnología que, debido a les leyes actuales, está en un continuo declive, en detrimento de la casi obsoleta tecnología del carbón? ¿Podrá una industria química, cerámica o papelera ampliar su producción a partir de 2005 sin que el aumento de emisiones que ello comporte la haga no competitiva? ¿Permitirá el sistema de asignaciones la instalación de una nueva industria que precise de calor o frío? ¿Y un hotel de 200 habitaciones?

Preguntas sin respuesta todavía, pero los camiones blindados para llevar nuestro dinero al centro y norte de Europa se están ya construyendo. Se precisarán muchos para transportar de 1.600 a 3.200 millones de euros.

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